¿Por qué?

Vivimos en un mundo definido por la velocidad de los cambios. Un mundo que necesita cada vez más de ideas, de pensamientos, de valores humanistas, de la empatía. ¿Cómo dotamos de significado a los cambios de hoy?
Quienes se desenvuelven en las Humanidades y en las Ciencias Sociales suelen ser quienes plantean las preguntas esenciales. Los que cuestionan el status quo. Los que, en medio del vertiginoso ritmo de la inmediatez, de los resultados, de la productividad, se preguntan por el sentido de lo que hacemos, el sentido del ser humano.
¿De qué modo participamos en la globalización si no comprendemos quiénes somos y qué es aquello que nos hace singulares como personas, como ciudadanos, como nación? Sin las Humanidades no es posible traer al presente las lecciones del pasado, ni comprender mejor lo que nos hace humanos a través del arte y otras manifestaciones de la cultura, ni dotar a los acelerados cambios científicos y tecnológicos de un marco ético. Sin las Ciencias Sociales -como la Economía, la Sociología, la Geografía-, no es posible transformar el crecimiento económico en verdadero desarrollo: aquel que, más que riqueza, lo que crea es una sociedad equitativa, justa, creativa, humana.
Textos y entrevistas del sitio: Carmen Sepúlveda, periodista.

¿Qué traen los inmigrantes en su maleta?

Enero, 2018 | Entrevista, Género y diversidad

Nicolás Rojas Pedemonte

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Más allá del nombre y la nacionalidad, las formas de sus cuerpos y el color de piel, en Chile no sabemos el capital profesional de los migrantes que llegan. Un estudio del Centro Fernando Vives de la UAH rastreó el contexto de los nuevos ciudadanos del mundo que llegan a nuestro territorio. Aquí parte del trabajo del sociólogo y académico UAH, Nicolás Rojas Pedemonte.

Saber cuántos son, de qué países vienen, a qué regiones llegan, si son más hombres o mujeres, profesionales o a qué se dedicaban laboralmente en su país; son preguntas básicas que importan para conocer las realidades y cualidades de los migrantes que ingresan a Chile todos los días. Caracterizarlos  y describir el escenario institucional fue el objetivo del estudio “Nuevos flujos y contextos migratorios en el Chile actual. Antecedentes, dinámicas y caracterización”, realizado por el Doctor Nicolás Rojas Pedemonte, Coordinador Área de Estudios Sociales SJ del Centro Fernando Vives de la UAH; junto a las sociólogas Constanza Lobos y Claudia Silva, Jefa de Estudios del Departamento de Extranjería de Chile.

La investigación es parte del volumen “Migración y desarrollo en Iberoamérica” publicado por la Organización Internacional para las Migraciones de Madrid (OIM), la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y el Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (OBIMID) de la U. Pontificia Comillas de Madrid.

El sociólogo Nicolás Rojas Pedemonte, quien sigue el rápido pulso de los migrantes en América Latina y en Chile, sabe que una de las problemáticas es la inexistencia de estadísticas de los movimientos migratorios, a lo más la Casen o el Censo entregan variables, pero no son representativas para una toma de decisiones administrativas de parte del Estado o de las organizaciones privadas. En ese sentido este documento las usa en complemento con otras estadísticas oficiales.

Para Rojas Pedemonte, mirando el próximo decenio, un desafío para nuestra institucionalidad es mirar la migración como un fenómeno que es inevitable, y que la información de los flujos migratorios debe estar a mano y actualizada: “Migrar es una alternativa legítima para los ciudadanos y un fenómeno multidimensional que hay que abordar a nivel político, intersectorial y con articulación de los distintos estados de la región”, sostiene.

-¿Deberían los estados coordinar un acuerdo continental para enfrentar la migración en América Latina?-

-Claro que sí, no podemos tener una medida en Chile y en Colombia tener otra. Cuando no hay diálogo entre los estados se provocan situaciones adversas para los propios países y hacia los propios migrantes.

-¿A qué se refiere con establecer acuerdos en la región?-

-Mercosur tiene muchas virtudes, pero Chile no ha reconocido los derechos migratorios de peruanos y colombianos, porque dicen que es un trámite complejo que tiene que ingresar al parlamento cuando sólo basta una medida administrativa a nivel ministerial. Nadie se queja de los bolivianos porque ellos entran y salen del país, porque el Mercosur se los permite. Una vez entran no se ven obligados a quedarse en el país, como el resto que tiene muchas dificultades de control en frontera y terminan quedándose aun cuando a veces no les va bien en Chile..

-¿Cómo usted dice la migración no va a desaparecer, por tanto qué tarea deberían asumir las autoridades a mediano plazo?-

-Lo primero es brindar una apertura a los migrantes que les permita estar en condiciones regulares para acceder a derechos y trabajos, porque lo que hacemos en Chile es ponerles trabas. A los dominicanos se les impuso una visa consular que demostró que más que contener el flujo, proliferaron redes de tratas de personas que ingresan por lugares no habilitados y que clandestinizan a los migrantes. Ponerles trabas lo que hace es hacer de la migración una experiencia más insegura y las travesías más riesgosas y precarias. Si tú tienes en tu casa a la abuelita del vecino encerrada (o con dificultades para entrar y salir) y el vecino te cae mal y le pones cocodrilos y alambres púas en el antejardín para que no entre, él va a entrar igual, pero magullado, eso es lo que pasa con las políticas restrictivas, sobre todo cuando como en Chile ya están instaladas las comunidades migrantes y cuando las condiciones de los países de origen no mejoran, como en gran parte de Latinoamerica y el Caribe. La atracción de la redes, de las familias, de los amigos, es muy fuerte.

– Y al ciudadano medio que comparte cada día más con inmigrantes latinoamericanos y muchas veces los rechaza. ¿Cuál es el mensaje? ¿Es una cosa de tiempo o simplemente cultural de aceptar que nuestro país es destino de muchas nuevas poblaciones?-

– Estamos lejos de una apertura cultural que pueda despojarnos del racismo que lo único que hace es desaprovechar a población calificada. Un migrante cuando llega a Chile, le ofrecen trabajar en aseo o como jardinero, pero nadie le pregunta qué hacía en su país. El prejuicio está amparado en construcciones sociales con  las que se asume que si es indígena o afrodescendiente no tiene posibilidades de aportar y es un trato que nosotros lo tenemos muy enraizado con nuestros pueblos indígenas. Hoy tenemos la oportunidad de entender que nuestros prejuicios están anclados en visiones que no son acordes a la realidad del siglo 21.

-¿Los migrantes latinoamericanos ya llevan un tiempo en Chile, por qué nos cuesta tanto relacionarnos con ellos?

-Es muy difícil porque no tenemos compañeros de trabajo migrantes y en las universidades no hay profesores indígenas, cuando estamos recibiendo muchos alumnos extranjeros a los que les ofrecemos una interculturalidad a medias.

-¿Pero hoy tenemos niños chilenos de padres haitianos?-

-A ellos le ofrecemos la periferia. A esos niños quizás los vamos a transformar en infractores de ley, o pandilleros como en la periferia de Los Ángeles. Los migrantes en Chile no son necesariamente personas pobres en su origen, los hacemos pobres acá, cuando les cobramos 300 mil pesos por un departamento precario. Los empobrecemos cuando le damos jornadas laborales extremas, abusivas y bajos salarios.

-¿Qué rol tienen los medios de comunicación?-

-Es muy difícil valorar  al migrante latinoamericano cuando los medios de comunicación nos muestran, por ejemplo, migrantes de Haití que viven en basurales. Muchos de ellos nunca vivieron en condiciones de hacinamiento, como lo están viviendo acá, ellos tenían allá trabajos, no con buenos sueldos, pero donde se sentían más valorados, y acá están accediendo a salarios bajos y jornadas abusivas que no se condicen con las expectativas que tenían. Es duro llegar a un lugar donde invertiste tanto para llegar y no tener rédito. Eso significa un desmedro moral para muchos de ellos.

-¿Qué le responde a aquellos que dicen que primero nos hagamos cargo de la desigualdad en Chile y después de los subsidios a los inmigrantes?-

– Trato de visibilizar que en los campamentos o sectores más vulnerables de nuestro país no hay ningún chileno con título técnico o profesional. En cambio, no es raro encontrar migrantes en campamentos que tienen capital  cultural, humano títulos que no se les reconoce y con experiencia en ciertos oficios o labores como por ejemplo, administración. Ahí hay una diferencia.

El Centro Vives de la Universidad Alberto Hurtado tiene una agenda de investigación aplicada para el 2018 junto al Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), que incluye entre otras una nueva publicación sobre migración y convivencia en Antofagasta,   un estudio financiado por Universidad de California, Berkeley, sobre migración y educación y como nodos chileno del Observatorio de la Deuda Social de América Latina de ODUCAL, continuará estudiando las condiciones socieconómicas de la población migrante. “Estamos con algunos proyectos para seguir caracterizando la migración porque muy pocos nos animamos a estudiarlos desde las pocas estadísticas disponibles y los datos que existen siguen siendo poco representativos. Y como la migración hoy es muy dinámica, es un gran desafío estudiarla”, concluye.

El estudio  completo está disponible en este enlace.

Links UAH:
Postgrado UAH
Ediciones UAH

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